Quien controla a los grandes Productoras
Quienes deben y tienen el poder de cambiar no solo la historia de la industria se niegan a dar los pasos necesarios en busca de soluciones concretas.
El análisis británico Sandbag, dice que se concedieron demasiados permisos a las industrias contaminantes.
«Esta circunstancia puede convertir en “inútil” el sistema de control que entró en vigor en 2005 y que es pionero en la lucha contra el cambio climático.
La Unión Europea dio en enero de 2005 un paso revolucionario en la pelea contra el calentamiento del planeta. En aquella fecha comenzaba la primera fase del sistema de control de emisiones, por el que sectores como el energético y otros (cemento, acero y cristal) tenían un número concreto de títulos equivalentes a las toneladas de CO2 que podían enviar a la atmósfera.
La cifra de permisos decrecía con el tiempo para lograr que en 2020 la contaminación se redujera en una quinta parte con respecto a los niveles de 1990. Además, se podían vender en una bolsa los derechos sobrantes a la que debían acudir las compañías que sobrepasaban sus cuotas. En España se han vendido derechos por valor de entre 240 y 280 millones de euros, según Sendeco, plataforma de compraventa en esta materia.»
El grupo de análisis británico Sandbag considera que el sistema no está cumpliendo su cometido.
Según dijo a lainformacion.com Anna Pearson, responsable del estudio, “los límites de establecidos para cada empresa fueron demasiado generosos” por lo que existe la posibilidad de que el marco regulatorio se convierta en “inútil”. Su organización estima que hay permisos disponibles que las empresas no han usado y que supondrían la emisión de 400 millones de toneladas en los próximos ejercicios.
Efecto de la crisis
La experta considera que esta situación se debe más a la recesión económica y el decenso de la producción industrial que al buen comportamiento de los sectores afectados. Pearson considera que en el momento de la concesión de los títulos “influyeron mucho los grupos de presión” y señala que bajo la normativa actual las compañías pueden vender esos derechos o guardarlos para la siguiente fase, a partir de 2012.
La solución, según la investigadora, pasa porque el recorte de gases alcance el 30 por ciento en lugar del 20 por ciento acordado para 2020.
De esta manera las empresas no puedan acumular los créditos para la próximo etapa dependiendo de las industrias químicas.
El análisis de Sandbag no es el primero que pone en duda la validez del sistema europeo. Michael Wara, profesor de la prestigiosa Universidad de Standford, escribió recientemente en The New York Times que las empresas europeas habían comprado tantos derechos de emisión fuera del Viejo Continente -existen algunos mecanismos para ello- que la bajada de emisiones había sido prácticamente nula ya en pleno Siglo XXI.
Habrá que ver si estos sombríos análisis no influyen en el Senado estadounidense que debe aprobar una ley que crearía una normativa similar a la europea.
De momento, ya ha sido votada con éxito en la Cámara de Representantes, aunque los ecologistas piensan que los permisos dados a las empresas han sido demasiado generosos.
El control de emisiones será uno de los puntos clave de la reunión que se celebrará en diciembre en Copenhague. En la ciudad danesa se intentará lograr un compromiso mundial en el que participen países que hasta ahora han ignorado el problema como China e India, aunque este último país ha señalado esta semana su negativa a asumir un compromiso.